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Su Tabernáculo con el Hombre: El secreto del anhelo por el corazón del Padre!

Satanás a promovido la suposición que no habrá un templo hecho nuevo en la tierra. Y así, el mas profundo anhelo del corazón del Creador a sido despreciada y desconocida.


La mas quebrantable verdad del corazón en las Escrituras es el anhelo del Creador de habitar con Sus hijos. Antes del pecado, el Jardín del Edén era, en un sentido, un templo de Yahuwah porque era ahí donde el Creador venia a pasar tiempo con Sus hijos humanos “en el fresco del día.” (Genesis 3:8, LBLA) Fue esta comunión intima del alma la cual el Padre mas hecho de menos cuando, después de la ciada de Adán, El ya no se podía comunicar cara a cara con la raza humana.

Esta comunión fue restaurada parcialmente en el tiempo de Moisés. Yahuwah dijo a Moisés: “Dejad que me construyan un santuario; donde pueda habitar entre ellos.” (Éxodo 25:8, KJV)

Yahuwah hizo el tabernáculo Su casa. Su visible presencia podía verse en la gloriosa Shekinah que revoloteaba arriba sobre el asiento misericordioso del arca del pacto.

Ambos el tabernáculo en el desierto, y los templos después, eran de ser casas para Yahuwah donde El se pueda comunicar con la raza humana. Al contrario de los templos paganos con sus inmensas escalas e elevadas plataformas, el tabernáculo de Yahuwah no tiene escalas. No requiere de Sus hijos que se edifiquen hacia El. El desciende a su nivel y se reúne con ellos.

El Tabernáculo en el Nuevo Jerusalén

Cuando Juan vio a la Nueva Jerusalén decender del Cielo, noto un aparente y distinta omisión. Después de haber descrito la apariencia de la cuidad santa, el dijo, “Pero no vi un templo dentro.” (Revelaciones 21:22, NKJV) Esta frase a llevado a un derramamiento de suposiciones que oculta una verdad muy preciosa: no hay un templo en el Nuevo Jerusalén edificado porque el Nuevo Jerusalén en si es el tabernáculo de Yahuwah! Juan confirma esto, declarando: “Pero no vi un templo dentro, porque Yahuwah, El Todopoderoso y el Cordero son su templo.”

Los Templos han sido siempre la casa de las deidades. Entonces, dondequiera que este la presencia de Yahuwah, ahí esta Su tabernáculo. Pablo le pregunto a los Corintios: “No sabéis que sois el templo de Yah y que el espíritu de Yah habita en nosotros?” (1 Corintios 3:16.)

Esto es lo que el Padre a estado anhelando y obrando desde que tuvo que dar un paso atrás en la ciada de Adán. Anhela una cercana, intima y amada relación con cada uno de Sus hijos. Y cuando la Nueva Jerusalén sea transportada a la nueva tierra hecha, El por fin habrá logrado el anhelo de Su corazón.

La Divinidad habitando con la humanidad

El plan de la salvación por ultimo restaurara esa cercana, intima comunión entre el Creador y la criatura que se perdió en la ciada de Adán. Esta es la recompensa prometida al vencedor y el porque no hubo una estructura especifica de un templo observada en la Nueva Jerusalén porque, así como en el Jardín del Edén, la Nueva Jerusalén en si es un templo. Todos quienes acepten este don de la salvación por fe sera honrado de ser parte de ese templo. Un templo viviente, cual es casa de presencia misma del Todopoderoso.

Viniendo a Él como una piedra viva, rechazado de hecho por los hombres, pero elegido por Yahuwah precioso, también ustedes, como piedras vivientes, son edificados una casa espiritual, un sacerdocio santo, para ofrendar sacrificios aceptables a Yahuwah mediante Yahushua el Cristo. Y así es contenido en las Escrituras,

“E aquí, pongo en Sion una piedra escogida, una preciosa piedra angular. Y el que crea en el no sera avergonzado.” (1 Pedro 2:4-6.)

Esta es la recompensa ofrecida al vencedor!

La recompensa por la fidelidad

Pablo observo: “Cosas que ojo no vio, ni oído a oído, ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Yahuwah a preparado para los que le aman.” (1 Corintios 2:9.) La recompensa que es muy inmensa para que la mente humana alcance vive en la misma presencia de Yahuwah.

Yahushua prometió: “Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo.” (Revelaciones 3:12, KJV)

Yahushua nació para reunir a Yahuwah con la humanidad caída. Justo antes de Su traición en Getsemani, el oro por los creyentes por todos los tiempos:

Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.  (Juan 17:20-23.)

A través de Cristo, los creyentes son reconciliados con Yahuwah. Isaias profetizo: “Yahuwah Mismo dará una señal: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y le pondrá por nombre Immanuel.” (Isaias 7:14.) Immanuel significa “El con nosotros.” Esta promesa, parcialmente cumplida al nacer Yahushua, alcanza su ultimo cumplimiento cuando la Nueva Jerusalén es traída a la tierra para ser casa eterna del Padre con Sus santos.

“Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Yahuwah, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Yahuwah está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Yahuwah Mismo estará entre ellos. El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.” (Revelaciones 21:1-4.)

Elija la salvación hoy y usted también podrá regocijarse en la eternidad en la ilimitada alegría Unificada con el Padre.